Dando consuelo a una mujer triste vestida provocativamente
Un día le dije que me tenía para lo que quisiera… lo que quisiera. Sabía que hacía poco se le había muerto el marido y cuando picó a la puerta de casa supe a lo que había vendió, le di mis condolencias y me puse a masajearle la espalda sensualmente, su mano fue en busca de mi muslo que acarició hasta que se dio media vuelta para besarme el cuello, le comí sus pequeños y delicados pezones mientras ella se masajeaba el clítoris. Después me chupó la polla para después empalarla por detrás follándomela como un campeón hasta que me corrí en su cara.